Fin de semana, desconecte, cambio de aire. Momento bueno para un viaje, aunque esta vez sea corto y sin tiempo.
El todo es dejar que la vista llegue más allá de la montaña de Tenagua y del Risco de la Concepción.
Y mi viaje comienza en el aeropuerto, las normas hacen que uno llegue antes y con tiempo para un café; más, si es a primera hora y uno tiene que terminarse de despertar.
Este café sirve para revisar mentalmente que no me olvide de nada. Que todo lo tengo y que dejé todo en su sitio. Los animales con comida, las luces apagadas, tengo el móvil y el cargador.
A pesar que viajo segura y no tengo miedo siempre siento nervios, deseamos siempre que el piloto coja por la autopista y se deje de carreteras secundarias sin "empichar" ¡Qué palmero!
Al mismo tiempo, como últimamente voy con tiempo justo, pues intento hacer una programación de lo que quiero hacer. Generalmente va a quedar ahí, en la mesa de La Palma y con el café bebido; lo mejor es no llevar nada programado y ya veremos.
Lo mismo me ocurre con mis amigos y familia que tengo en el punto de llegada; me encantaría tener un ratito, un café para con todos... pero entonces sólo me daría tiempo de eso y siempre tendría que dejar a alguno colgado. Por eso prefiero no quedar y ya cuando vuelva con tiempo buscaremos un huequito.
Y así miro a ver quien va y quien viene. Aquí siempre te suele saludar el que luego te encuentras en la calle Real y ni te mira, pero es que en el fondo todos nos aferramos a lo nuestro. Lo conocido, aunque sea de vista, se vuelve en algo cercano y familiar.
Pendiente de mi puerta de embarque dejo la mesa y el café de La Palma allí. Nos espera un día de ajetreo, desconecte y de otras miradas y otros cafés.
Café de viaje, de olor a queroseno por el avión y cambio.
El todo es dejar que la vista llegue más allá de la montaña de Tenagua y del Risco de la Concepción.
Y mi viaje comienza en el aeropuerto, las normas hacen que uno llegue antes y con tiempo para un café; más, si es a primera hora y uno tiene que terminarse de despertar.
Este café sirve para revisar mentalmente que no me olvide de nada. Que todo lo tengo y que dejé todo en su sitio. Los animales con comida, las luces apagadas, tengo el móvil y el cargador.
A pesar que viajo segura y no tengo miedo siempre siento nervios, deseamos siempre que el piloto coja por la autopista y se deje de carreteras secundarias sin "empichar" ¡Qué palmero!
Al mismo tiempo, como últimamente voy con tiempo justo, pues intento hacer una programación de lo que quiero hacer. Generalmente va a quedar ahí, en la mesa de La Palma y con el café bebido; lo mejor es no llevar nada programado y ya veremos.
Lo mismo me ocurre con mis amigos y familia que tengo en el punto de llegada; me encantaría tener un ratito, un café para con todos... pero entonces sólo me daría tiempo de eso y siempre tendría que dejar a alguno colgado. Por eso prefiero no quedar y ya cuando vuelva con tiempo buscaremos un huequito.
Y así miro a ver quien va y quien viene. Aquí siempre te suele saludar el que luego te encuentras en la calle Real y ni te mira, pero es que en el fondo todos nos aferramos a lo nuestro. Lo conocido, aunque sea de vista, se vuelve en algo cercano y familiar.
Pendiente de mi puerta de embarque dejo la mesa y el café de La Palma allí. Nos espera un día de ajetreo, desconecte y de otras miradas y otros cafés.
Café de viaje, de olor a queroseno por el avión y cambio.
0 comentarios