Hace algún tiempo contaba el café de hospital, el de consulta, y decía
que allí se podían vivir muchos cafés. Pues el de hoy es uno de ellos.
Es ese que te tomas o lo intentas cuando tienes a alguien allí. Es un café amargo, un café de excusa a ver si pasa el tiempo. Hay veces que llegan y te dicen..."vamos a tomar un café y te despejas". Tú no quieres café, no puedes ni beberlo pero accedes en plan sonámbulo. Y la cafetería puede estar en el mismo edificio pero a ti te parece que está al otro lado del mundo.
Y pasan días y noches, pero parece que es a otro ritmo. Aquello es una burbuja donde el tiempo pasa al mismo compás que las gotas de un lento suero. Que tienes ganas de que todo pase e imaginarte en otro lugar, en un lugar nuestro, conocido y con caras familiares.
Conozco a varias personas que tienen unos angelitos luchando día a día por hacerse plantas fuertes y robustas como el café. Y estoy segura que la misma sensación de cuando uno tiene frío y coge y abraza una taza de café caliente y reconforta es la sensación de esos pequeños cuando sienten sus manos. Porque son el riego y la savia que necesitan.
Y ahora podemos mirar la taza de café y verla oscura y sobre la misma imaginarnos un trapecista en una fina cuerda que es la vida. Pero, como decía Mary Poppins, "con un poco de azúcar " lo lograreís.
Hoy un café por esos valientes y por todos los que puedan estar en una situación parecida. Café de tiempo y esperanza.
Es ese que te tomas o lo intentas cuando tienes a alguien allí. Es un café amargo, un café de excusa a ver si pasa el tiempo. Hay veces que llegan y te dicen..."vamos a tomar un café y te despejas". Tú no quieres café, no puedes ni beberlo pero accedes en plan sonámbulo. Y la cafetería puede estar en el mismo edificio pero a ti te parece que está al otro lado del mundo.
Y pasan días y noches, pero parece que es a otro ritmo. Aquello es una burbuja donde el tiempo pasa al mismo compás que las gotas de un lento suero. Que tienes ganas de que todo pase e imaginarte en otro lugar, en un lugar nuestro, conocido y con caras familiares.
Conozco a varias personas que tienen unos angelitos luchando día a día por hacerse plantas fuertes y robustas como el café. Y estoy segura que la misma sensación de cuando uno tiene frío y coge y abraza una taza de café caliente y reconforta es la sensación de esos pequeños cuando sienten sus manos. Porque son el riego y la savia que necesitan.
Y ahora podemos mirar la taza de café y verla oscura y sobre la misma imaginarnos un trapecista en una fina cuerda que es la vida. Pero, como decía Mary Poppins, "con un poco de azúcar " lo lograreís.
Hoy un café por esos valientes y por todos los que puedan estar en una situación parecida. Café de tiempo y esperanza.
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