La vida me ha dado la suerte de compartir muchos compañeros de
trabajo; de profesiones, edades y pensamientos muy dispares, pero al
fin y al cabo, compañeros. He bebido café en sitios muy diferentes ; en
un bar, en la cima de la isla, en lugares privados, en hoteles... En los
últimos meses he tenido la suerte de compartir trabajo con unos
compañeros especiales, los “chicos del cementerio”.
Y aquí unimos otra de las cosas con las que me he
criado desde pequeña y que siempre me ha atraído, el cementerio. La
muerte me la han enseñado como algo natural y el cementerio como un
lugar de paz. Desde pequeña acompañaba a mi madre a poner flores los
sábados, he visto enterrar a mis abuelos y he estado presente en el
momento del traslado de sus restos. Y siempre recuerdo los 1 y 2 de
noviembre como días especiales, donde a pesar del dolor que puede
existir entre los cipreses y las tumbas, hay luz, color por las flores y
aromas. Recuerdo el aroma de los nardos desde dentro de uno de los
panteones: aquel lugar oscuro, húmedo pero con aquel aroma especial que
tranquiliza.
Llevaba muchas
semanas diciendo que iba a ir a verlos y a tomar café con ellos, pero
el horario no me lo permitía. Por fin, y aprovechando las fechas me
acerqué. Y allí me voy yo con una caja de galletas al cementerio, es una
visita diferente porque no llevo flores como siempre. Y hablamos de
cosas, de historias, de anécdotas…todo un aprendizaje. Un trabajo con un
respeto absoluto, minucioso, testigos de despedidas, de lágrimas, de
adioses.....del reencuentro a los años con los huesos, con el polvo, con
aquellos que se aferran y por cuestion de química siguen
intactos.....Eso hace únicos a los que allí trabajan, son personas con
alma transparente.
Y allí, con su cafetera me sirven un café en aquel cuarto donde se hacían las autopsias antigüamente.... ¿cuánta energía allí contenida, cuántas historias entre las cuatro paredes?
Pienso.... ¿si pudiera despertar a los que duermen en aquel recinto y beber un café? Y contar como ha pasado la vida, como hemos crecido y poder presentarles a estos hombres maravillosos que hoy velan su descanso.....
Hoy 1 de noviembre café de flores, con aroma a nardos, con trasiego y silencio entre tumbas y recuerdos. Y, por supuesto, un café por "los chicos de cementerio", gracias por enseñarme tanto.
Y allí, con su cafetera me sirven un café en aquel cuarto donde se hacían las autopsias antigüamente.... ¿cuánta energía allí contenida, cuántas historias entre las cuatro paredes?
Pienso.... ¿si pudiera despertar a los que duermen en aquel recinto y beber un café? Y contar como ha pasado la vida, como hemos crecido y poder presentarles a estos hombres maravillosos que hoy velan su descanso.....
Hoy 1 de noviembre café de flores, con aroma a nardos, con trasiego y silencio entre tumbas y recuerdos. Y, por supuesto, un café por "los chicos de cementerio", gracias por enseñarme tanto.
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