Tras más de un mes describiendo cafés me vienen a la mente momentos
únicos y ya irrepetibles. Un café nos puede decir mucho pero hubo
alguien que fué más allá y que me quiso leer los posos del café.
De primeras accedí más bien en plan juego pero a medida que lo iba preparando aquello me dio respeto y hasta miedo. Y allí, en una casa perdida entre plataneras en Barlovento me enfrentaba a aquello.
No podía tocar nadie más mi taza, al final le tenía que dar la vuelta y creo recordar que tenía que ser con una mano en particular. Es de esos rituales que como tampoco le estaba haciendo mucho caso y estaba charlando y no recuerdo bien todo el proceso.
Al final, aquellos ojos claros y tez aceituna mira un rato la taza y empieza a interpretar minuciosamente lo que parecían manchas. Lo curioso es que a día de hoy en todo acertó; y como estoy segura que me quería sólo me decía lo bueno...Pero ya la conocía demasiado y sabía traducir sus gestos por lo que lo malo se lo tuve que quitar a trompicones, pero me lo terminó diciendo y consolándome.
Muchas veces me viene a la mente aquel momento, aquellas palabras.
Chipre, Londres, Barlovento y mil historias duras como una tormenta del Sáhara......me estaban leyendo los dibujos en mi taza de café.
Y hay momentos en los que me gustaría bajarla del cielo y que me leyera otro café, no sé si por saber el destino o por tener su presencia.
Allá donde esté....gracias por aquella lectura y por aquel café de incógnita, miedo y esperanza. Hoy, café con borras, colado y hecho expresamente para ver nuestra vida.
De primeras accedí más bien en plan juego pero a medida que lo iba preparando aquello me dio respeto y hasta miedo. Y allí, en una casa perdida entre plataneras en Barlovento me enfrentaba a aquello.
No podía tocar nadie más mi taza, al final le tenía que dar la vuelta y creo recordar que tenía que ser con una mano en particular. Es de esos rituales que como tampoco le estaba haciendo mucho caso y estaba charlando y no recuerdo bien todo el proceso.
Al final, aquellos ojos claros y tez aceituna mira un rato la taza y empieza a interpretar minuciosamente lo que parecían manchas. Lo curioso es que a día de hoy en todo acertó; y como estoy segura que me quería sólo me decía lo bueno...Pero ya la conocía demasiado y sabía traducir sus gestos por lo que lo malo se lo tuve que quitar a trompicones, pero me lo terminó diciendo y consolándome.
Muchas veces me viene a la mente aquel momento, aquellas palabras.
Chipre, Londres, Barlovento y mil historias duras como una tormenta del Sáhara......me estaban leyendo los dibujos en mi taza de café.
Y hay momentos en los que me gustaría bajarla del cielo y que me leyera otro café, no sé si por saber el destino o por tener su presencia.
Allá donde esté....gracias por aquella lectura y por aquel café de incógnita, miedo y esperanza. Hoy, café con borras, colado y hecho expresamente para ver nuestra vida.
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