Dicen que la vida es un viaje...pero al final seguro que salimos de este y nos vamos a otro.
Ayer tuve que recorrer gran parte de la isla para despedir a un hombre trabajador y de mirada limpia y clara como el cielo de Garafía.
Y es curioso que tenga que irse alguien para reunir a la familia. Y siempre pasa lo mismo, siempre surgen las promesas para reunirnos en otra ocasión, en otra circunstancia. Pero quedan en eso, en promesas.
Generalmente, en las horas de espera, suele dar tiempo de un café y lo único que va a quedar presente es ese café. Café de duelo, de velatorio o bar cercano.
Y somos capaces de aprender y descubrir historias que no conocíamos, de conocer o reconocer a familia que llevan nuestro mismo apellido pero que o ni sabiamos que existían o no nos acordamos.
Y sin darte cuenta estas compartiendo con esa persona que ya no está esos momentos; y en su silencio, en su hieratismo es él el protagonista. Es como el café, de luto oscuro, que queda ahí y que une y ayuda a pasar estos momentos de dolor.
Y es como cuando en un aeropuerto te bebes un café y te despides de alguien que se va de viaje. Te entristece pero a la vez le deseas un buen viaje. Este viaje de ida, con una única maleta, pero cargada de limpieza en el alma. Sólo puedo decir: "Buen viaje Neno, recuerdos a los que te estan esperando". Hoy, café triste y necesario, pero de descanso merecido y homenaje a los ojos claros y a la tez colorada de manzana de Garafía.
Ayer tuve que recorrer gran parte de la isla para despedir a un hombre trabajador y de mirada limpia y clara como el cielo de Garafía.
Y es curioso que tenga que irse alguien para reunir a la familia. Y siempre pasa lo mismo, siempre surgen las promesas para reunirnos en otra ocasión, en otra circunstancia. Pero quedan en eso, en promesas.
Generalmente, en las horas de espera, suele dar tiempo de un café y lo único que va a quedar presente es ese café. Café de duelo, de velatorio o bar cercano.
Y somos capaces de aprender y descubrir historias que no conocíamos, de conocer o reconocer a familia que llevan nuestro mismo apellido pero que o ni sabiamos que existían o no nos acordamos.
Y sin darte cuenta estas compartiendo con esa persona que ya no está esos momentos; y en su silencio, en su hieratismo es él el protagonista. Es como el café, de luto oscuro, que queda ahí y que une y ayuda a pasar estos momentos de dolor.
Y es como cuando en un aeropuerto te bebes un café y te despides de alguien que se va de viaje. Te entristece pero a la vez le deseas un buen viaje. Este viaje de ida, con una única maleta, pero cargada de limpieza en el alma. Sólo puedo decir: "Buen viaje Neno, recuerdos a los que te estan esperando". Hoy, café triste y necesario, pero de descanso merecido y homenaje a los ojos claros y a la tez colorada de manzana de Garafía.
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