Hace algunos años aprendí mucho de una gran persona y gran político.
Me enseñó a que hay que escuchar a la gente y que no puedes afirmar
aquello que no se va conseguir. Es difícil encontrar a personas así en
éste mundo.
Y entre las frases que le oí había una que me llamó
la atención y era que uno negocia más con un café o una buena comida que
en un despacho o una conferencia. Otra gran verdad.
Y en más de una ocasión me he visto bebiendo un café así. En una mesa
hablando de algún proyecto, de algún sueño o de un problema a resolver.
Desde jefes, investigadores, abogados o amigos.
Un café que no es protagonista; que muchas veces no tiene ni sabor, ni olor, ni cuerpo pero que ahí está de testigo de conversaciones privadas, de proyectos y problemas o soluciones. No es la frialdad de un despacho, es algo que se vuelve más cercano y que hace que las personas se relajen y lleguen a un acuerdo conjunto. Antes de una mala contesta, un sorbo de café puede suavizar la siguiente frase y el fumador puede mezclar los humos del café y el cigarro y hacer que en ese humo se esfumen los malos pensamientos. Sí que puede ser un gran comienzo, un gran café.
Por eso, hoy el café-negocio. Las cosas deberían poderse resolver siempre con un café, al aire libre y con una sonrisa.
Un café que no es protagonista; que muchas veces no tiene ni sabor, ni olor, ni cuerpo pero que ahí está de testigo de conversaciones privadas, de proyectos y problemas o soluciones. No es la frialdad de un despacho, es algo que se vuelve más cercano y que hace que las personas se relajen y lleguen a un acuerdo conjunto. Antes de una mala contesta, un sorbo de café puede suavizar la siguiente frase y el fumador puede mezclar los humos del café y el cigarro y hacer que en ese humo se esfumen los malos pensamientos. Sí que puede ser un gran comienzo, un gran café.
Por eso, hoy el café-negocio. Las cosas deberían poderse resolver siempre con un café, al aire libre y con una sonrisa.
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