Con éste sabor no se puede tomar un café sino en Tazacorte.
Pueblo coqueto, pequeño, de color y aires de bailes de asalto. De minifalda, modas y telas.....al fin y al cabo Café de París chiquito.
Y es que a pesar de no tener monte tiene el color del sol y de los atardeceres rojos.
Pueblo por donde entró el conquistador para traer las modas y los vientos de otros lugares; pueblo donde la caña de azúcar fue bañada con agua de Caldera e hizo que el comercio con Flandes nos llenara de los tesoros del arte;donde el plátano se instaló para ver las extensiones verdes y el trabajo minucioso del proceso.
Y es que aquí un café tiene que ser como el pueblo; chiquito, fuerte y coqueto. Y por eso se viste de licor y hace que el corazón se caliente y soñemos. Tanto.....que podemos, si nos lo proponemos y tenemos suerte, ver desde su suelo y en el horizonte, San Borondón.
Licor de café, con últimos rayos de sol de la isla y brisa del Atlántico, de calles angostas, de caballo fufo y de victoria de San Miguel.
Pueblo coqueto, pequeño, de color y aires de bailes de asalto. De minifalda, modas y telas.....al fin y al cabo Café de París chiquito.
Y es que a pesar de no tener monte tiene el color del sol y de los atardeceres rojos.
Pueblo por donde entró el conquistador para traer las modas y los vientos de otros lugares; pueblo donde la caña de azúcar fue bañada con agua de Caldera e hizo que el comercio con Flandes nos llenara de los tesoros del arte;donde el plátano se instaló para ver las extensiones verdes y el trabajo minucioso del proceso.
Y es que aquí un café tiene que ser como el pueblo; chiquito, fuerte y coqueto. Y por eso se viste de licor y hace que el corazón se caliente y soñemos. Tanto.....que podemos, si nos lo proponemos y tenemos suerte, ver desde su suelo y en el horizonte, San Borondón.
Licor de café, con últimos rayos de sol de la isla y brisa del Atlántico, de calles angostas, de caballo fufo y de victoria de San Miguel.
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