Hace un tiempo MYC para mi era mucho más que una abreviatura del destino de mi lugar de trabajo.
Las mañanas empezaban con organización, con gente diversa, con nervios en cruzar la pista, reparto de "helme" y linternas.
Luego llegaba el comienzo del camino y empezaba a disfrutar de tanto en tan poco. Cielos limpios, nubes que lloran y alimentan el suelo, pinzones y aroma a orégano y tomillo.
Agua que brota de la tierra y recorre el canal serena, agua fría que canta en su recorrido. Oscuridad en los 13 túneles, tan iguales y tan distintos, adaptarte y pasarlos sin luz. El tunel 12 donde muchos corrían para no mojarse y yo me paraba, me dejaba bañar en una ducha natural mientras contemplaba las cortinas de culantrillo y agua de plata. Días soleados y calurosos y días con lluvia y tormenta repentina.
Y al final....un café junto a la chimenea de Juana mientras recuperas el cuerpo.
Cuántos MYC, cuántos recuerdos y que gran medicina para el alma. Sentir que renaces como un lotus pyranthus, hacerte fuerte como la raíz del pino y florecer delicadamente como pétalo de amagante. Ingeniar como Marcos y Cordero y hacer que lo que la naturaleza da en altura se transporte a la costa, en este caso no agua sino vivencias en el alma.
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