Bebo café hoy recordando que parece que fue ayer....pero hace diez años que acompañaba, trabajando como guía, a un grupo de canariones. Se presentaba un día largo de excursión al sur y mientras parloteaba de volcanes, milagros y vinos, mi corazón se agitaba como bandera al viento. Pensaba en el alboroto del traslado de la bandera, en los vítores a la Virgen y en las caras de felicidad que se reunen en torno a un pedazo de tela. Y yo......sintiendo la cascada de nubes en el Paso como bandera que cubre pero sin poder vivir el momento.
Llegó la hora de la comida y el grupo se transformó tras el bienmesabe con helado. Las ropas salieron de las maletas y en el baño del restaurante se formó la romería. Dirección Las Nieves los cantos se entonaron y las voces se calentaban con un "pizco ron". Gran Canaria y La Palma en un mismo lugar, en un mismo pulso.
Llegamos y nos colamos en el porche de la casa parroquial, todos juntos esperando ver salir las andas. De repente comienzan los danzarines de El Hierro y mis ojos se llenaban de lágrimas. Cuando me preguntaban por qué lloraba respondía.
"2010, estoy aquí con ustedes, trabajando, con los míos en su casa o de romería, sintiendo como nos unimos de un lado y otro en una plaza que se hace tan pequeña. Comienzan unas fiestas únicas y no sé qué será de mi en las siguientes, quiénes estarán, con quién o si podré colarme en este porche, 5 años son muchos años." Luego aquella gente mayor no se atrevían a hacer el camino y bajamos en la guagua. Mi corazón bajaba a regañadientes sin poder seguir el camino, pero al llegar a La Alameda mi cuerpo subió al encuentro de todo y de nada, de sentirme palmera entre la muchedumbre, de buscar el brillo de un pedacito de plata.
2020 y la vida me lleva al porche de una plaza enorme, en silencio, sin ni siquiera el agua de la fuente. Mis preocupaciones son otras y no va a salir el trono, no van a sonar los danzarines. Mi mente intenta calmar a mi corazón con la prudencia, la cordura. Y toca grabar en la memoria esta imagen sin vida, sin sonido y sin recuerdo.
Pero bajaré el trono, porque cada parte de mis Bajadas será un pedazo, cada persona con las que he compartido, un paso del camino y cada dificultad, el tramo empinado del Frontón donde las rodillas duelen pero el aire es limpio. Me esperan abrazos fuertes como cañonazos del Castillo y encuentros placenteros como brindis con vino. Mañana trasladaré la bandera y el trono, el mío y el de los que han partido, porque el sentir de un palmero no se detiene y cada lustro brota como lava incandescente. Feliz día de Traslados.
"2010, estoy aquí con ustedes, trabajando, con los míos en su casa o de romería, sintiendo como nos unimos de un lado y otro en una plaza que se hace tan pequeña. Comienzan unas fiestas únicas y no sé qué será de mi en las siguientes, quiénes estarán, con quién o si podré colarme en este porche, 5 años son muchos años." Luego aquella gente mayor no se atrevían a hacer el camino y bajamos en la guagua. Mi corazón bajaba a regañadientes sin poder seguir el camino, pero al llegar a La Alameda mi cuerpo subió al encuentro de todo y de nada, de sentirme palmera entre la muchedumbre, de buscar el brillo de un pedacito de plata.
2020 y la vida me lleva al porche de una plaza enorme, en silencio, sin ni siquiera el agua de la fuente. Mis preocupaciones son otras y no va a salir el trono, no van a sonar los danzarines. Mi mente intenta calmar a mi corazón con la prudencia, la cordura. Y toca grabar en la memoria esta imagen sin vida, sin sonido y sin recuerdo.
Pero bajaré el trono, porque cada parte de mis Bajadas será un pedazo, cada persona con las que he compartido, un paso del camino y cada dificultad, el tramo empinado del Frontón donde las rodillas duelen pero el aire es limpio. Me esperan abrazos fuertes como cañonazos del Castillo y encuentros placenteros como brindis con vino. Mañana trasladaré la bandera y el trono, el mío y el de los que han partido, porque el sentir de un palmero no se detiene y cada lustro brota como lava incandescente. Feliz día de Traslados.
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