Hace años escribía un café a unos compañeros especiales, de esos que tienes la suerte de encontrarte en la vida. Los llamaba "los chicos del cementerio".
Hoy uno de ellos ha partido, y lo ha hecho como era, dando vida. No puedo llamarlo persona porque era mucho más, era un ser de dar. Un servicio, un favor o un simple abrazo lo hacía grande. Grande como él, fuerte y robusto.
Miles de anécdotas, miles de recetas de comida, de historias y de momentos. Y eso....deja enseñanzas.
Me hablaba de Alex con tanto cariño que cuando lo conocí era como hablar con él. Cuando me cruzo en las mañanas con Mari era como encontrarlo. Porque Pedro te hacía parte de él. Y así era imposible no quererlo.
Pedro era capaz de convertir un mármol frío en una piedra caliente como abrazo. Era capaz de ajustar, sin problema, una lápida en otra, con una sonrisa que no partía de los labios sino del alma porque se le veía en los ojos. Pedro era como el mejor mármol, duro y fuerte pero hermoso.
Decía, en aquel entonces, que ellos, los chicos del cementerio, guardan y cuidan a aquellos que ya no están. En este caso sé que Pedro seguirá guardando y cuidando a todos, sé que seguirá contando historias y explicando recetas y sé que los que aquí quedamos seguiremos sintiendo su presencia porque es un ser de esos que no mueren. Gracias Pedro por todo.
Hoy un café.....de hasta luego amigo, en mármol frío como el dolor que dejas pero suave y hermoso como tu.
0 comentarios