Ayer se celebraba el día de los Santos Ángeles Custodios y me viene a la mente esa estampa antigua de un ángel protegiendo dos niños. El brillo de las alas en la distancia ante la inocencia en el camino de la vida.
Patronazgo de la Policía Nacional, los otros ángeles de la guarda. Y pienso en lo fría que puede parecer una placa pero el calor que lleva detrás. En realidad guarda el metal caliente de los que la portan. Desde el sueño de un niño que aspira a ser policía, los esfuerzos de estudios y preparación y llegar a tener una placa no es sino el comienzo de una vida para y por los demás.
Una placa es ser ángel custodio, ángel de la guarda de los que caminamos como niños en el sendero de la vida. Es mantener la cabeza fría como el metal en momentos de estrés, de ser fuertes para afrontar los problemas de los demás, de calentar en momentos de dolor y sufrimiento, de servir de coraza para levantar la cabeza. Detrás de cada placa no solo hay una identificación y un número, hay personas que sufren, que tienen familias, que tienen que encerrar en las taquillas como calabozos los problemas de una sociedad para no cargar con ellos.
Los que hemos correteado y vivido cerca de La Alameda en Santa Cruz de La Palma sabemos perfectamente qué edificio es el de la "Nacional". Aquel edificio que merece el respeto pero donde también nos identifican, por aquello de tramitar el Documento Nacional de Identidad. Y da la sensación que el entorno es un lugar seguro, porque sabes que están.
En las mañanas temprano cuando recorro la calle Real para llegar a la oficina me cruzo con la ronda de la luz azul brillante de las sirenas del coche que patrulla en el silencio del día que comienza, como ángeles en la distancia.
Llegar a beber un café y encontrarlos en lo mismo, en el café del comienzo del día o en el comienzo de jornada. En ese café que despierta el alma, que tranquiliza y que anima, el café que beben los ángeles de guarda, esos ángeles de azul marino oscuro, protegidos y con el brillo de la placa.
Hoy, mi felicitación a los que están y han estado, a los que guardan el camino y por supuesto a las familias de los "ángeles custodios".
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